Un 8 de diciembre, pero del 2004, Deportivo Cuenca lograba lo que hasta en ese entonces era un sueño. Una utopía, pensar que un equipo fuera de Pichincha y Guayas levantaría el trofeo y diera la vuelta olímpica.
La hazaña lo logró 29 años después su fundación, cuando un puñado de valientes dirigentes decidió armar un equipo con jugadores que sean capaces de dar alegría al pueblo cuencano.
Y es que ganar la primera etapa con medio punto, y disputar una liguilla final esplendida sumando victorias dentro y fuera del estadio Alejandro Serrano Aguilar permitió que, a una fecha de culminarse la tercera fase, el Expreso Austral haga sonar su claxon consagrándose campeón nacional.
La agónica victoria por 3-2 conseguida en casa del Aucas de Quito, le dio el vicecampeonato en horas de la tarde, pero cuatro horas después, con la derrota de Liga de Quito a manos de El Nacional catapultó a los camisetas coloradas a los más alto, el sitio impensado, pero que con trabajo, dedicación y esfuerzo ese sueño se hizo realidad.
Aquella noche, el pueblo cuencano se volcó a las calles de la urbe para recibir a los guerreros que acababan de darse el subcampeonato.
El aeropuerto Mariscal Lamar fue el epicentro para iniciar la caravana como flamantes vicecampeones, sin embargo, los minutos trascurrieron y al llegar al estadio Alejandro Serrano Aguilar, un tercer resultado permitió que esa emoción se transforme en una fiesta popular que terminó con una vuelva olímpica anticipada y encima de un bus.
Esa noche se convirtió en un pregón, pues cuatro días después, el domingo el estadio cuencano se vistió de gala para recibir a los héroes colorados. El Cuenca disputaba el partido contra el Olmedo, donde el resultado no importaba, la multitud de hinchas que coparon las gradas esperaban el pitazo final para levantar el trofeo; el partido lo perdió el equipo colorado, pero ya nada importaba, los jugadores querían colgarse de la medalla dorada y gritar Campeones…
Ese domingo todo era festejo, todo Cuenca se volcó al Ejido, el punto de encuentro para festejar la hazaña morlaca. Las aguas del Tomebamba a la altura de La Escalinata fue el sacramento final, donde chicos y grandes, sin importar las frías aguas se bautizaron. Nada importaba. Todo era festejos.
Hoy se cumplen 16 años de aquel logro austral, ese día fue el clímax del pueblo cuencano, pues desde ese entonces, dos vicecampeonatos y varias participaciones internacionales eran los logros más importantes del club.
Pero no todo ha sido color de rosa, en los últimos cinco años, dos han ido los resultados que casi lo llevan a la Serie B; el primero en 2015 y el segundo lo vive en estos días, el torneo 2020 lo está sufriendo, pues a falta de cuatro fechas recién salió de la zona roja; apenas está a dos puntos del abismo y tendrá que ganar los partidos que restan para asegurar su puesto en el fútbol profesional, por eso el club Deportivo Cuenca está la gloria a las puertas del infierno en 16 años. (D)