“La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”. José Martí.
Rubén Darío Soliz Cabera, médico emblemático, humanista y humanitario se constituyó en un baluarte de la idea vanguardista de la docencia, servicio, cambio, compromiso, libertad y transformación social. Generó reconocimientos espontáneos en la mente y en los corazones de quienes lo conocimos y admiramos, siendo nuestro deber mantener latente y vivo su mensaje, sus vivencias y benéficas acciones colectivas.
Sus colegas, compañeros, familiares, pacientes, obreros y trabajadores, lo evocamos y añoramos como un ejemplo de vida, como maestro de maestros, un prestigioso y querido profesor de medicina, un forjador de sueños reivindicativos, una conducta proactiva y propositiva que deseaba cambios estructurales para lograr una mejor distribución de los recursos a los más desposeídos.
Ejerció su profesión con sentido de apostolado y solidaridad. El Colegio de Médicos del Azuay, ejerciendo un acto de probidad, le confirió la Presea Timoleón Carrera Cobos por su vocación de apoyo a la comunidad, y por “haberse distinguido eficientemente en labores académicas, sociales y gremiales”.
El Dr. Rubén Soliz fue un referente exitoso de una trayectoria reivindicativa y de acciones ejemplares, un compañero de los pacientes, un forjador de luchas igualitarias, y por ello continuará y permanecerá entre nosotros, como un universitario y benefactor, brindando lecciones y enseñanzas.
Defensor de la Salud, Decano de Medicina en varias ocasiones, Concejal, maestro de generaciones académicas, activista gremial y del pueblo, constructor de ideales, utopías y realidades, referente de abnegación, integridad y sacrificio, creador de espacios y tiempos para los más desposeídos. Un hombre con principios y valores irrenunciables, un luchador inquebrantable por comunidades más justas.
Perdemos a un maestro, a un entrañable compañero del camino. Es más dolorosa su muerte por haber estado en todo momento más cerca de nuestros sentimientos, afectos y amistad. Una persona como Rubén no se extingue, quedan sus obras, su legado ético de compromiso colectivo, su lucha inclaudicable por la justicia social.
Reciba toda su digna familia, su noble y abnegada esposa, sus hijos, nuestros dilectos amigos, un tributo de admiración, un cálido homenaje de afecto, reconocimiento, respeto, y un abrazo fraterno y solidario.
Una persona como Rubén nunca muere, se siembra.
Rubén, Maestro, Amigo para siempre:
Texto cortesía de: Oswaldo Cárdenas Herrera, Carmen Vintimilla de C.