Caminando de prisa por las calles empedradas, voy acompañado de recuerdos y nostalgia, me detiene el semáforo, luego continúo y llego a un increíble reino hecho de golosina, todo en él está hecho con dulces, aromas, sonidos y colores. Reino inundado de dulzura que atrapa y enamora, de castillos, de globos, vacas locas, tronadores y bandas de pueblo. Es la fiesta de los siete días, con un ambiente colorido, festivo y religioso. Los principales atractivos la pirotecnia y los dulces a granel. Me encanta el reino de los pucañahuis, bizcochos, faldiqueras, monjas, kuskingas, huevitos, aplanchados, amor con hambre, pañuelos, suspiros, roscones, quesitos, figuras de animales, ollitas, alfajores, cocadas, cortados, bocadillos, colación de pobre, delicados, y tantos dulces más.
En el reino de Golosina, los castillos son de caramelo, la suave brisa convida aromas que confunden mí tentación. Las nubes son dulces de algodón, y las gotitas de lluvia son jarabe de limón. Los fuegos artificiales, las luces de bengala, cohetes y silbadores, se convierte en un espectáculo lleno de color. La fiesta es tan antigua como la ciudad patrimonial, se celebraba desde la colonia, desde lo civil y eclesiástico y fundamentalmente con el apoyo del pueblo. Esta fiesta en Cuenca constituye una celebración de carácter mestiza y sincrética con su propia identidad. La plaza mayor, la de las armas, la de Luis Vargas Torres, la de Calderón es el escenario central de la celebración, su entorno de portales engalanan la fiesta, miles de visitantes se cohesionan y bailan al ritmo de las bandas de pueblo, con enorme colorido popular.
Más allá de lo religioso y ritual, que aún se conserva en la celebración, el dulce colorido es el atractivo mayor. Los exquisitos y variados dulces de Corpus los encontramos en el Parque Calderón y en algunos sitios de la ciudad. Cómo olvidar las delicias que convidaban doña Elena, su hermana Maruja y Nydia Vázquez, momentos dulces de alegría y de nostalgia. El cuadrilátero central, escenario de evocaciones y recuerdos, con innumerables vueltas deleitantes y cortejos juveniles. Los juegos sobre la grama el caballito pica pica, rodilla en tierra con garabato, el sin que te roce, los piropos. Los juegos con los dados de don Guartambel, al canto de la culebra venenosa, pariente de don Espinosa, la luna, el sol y el sapito. Como el juego de la ruleta, donde el premio eran las cañitas de dulce, los tiros con escopeta, etc. Por ahora nos inundan los recuerdos y soñamos volver a vivir la fiesta dulce.